domingo, julio 09, 2006

San Ezequiel Moreno - Religioso Ejemplar



Un fraile de hábito

Cuenta fray Ezequiel en una de sus cartas, fechada en Bogotá el 12 de mayo de 1894, recién nombrado vicario apostólico de Casanare, a una señora de la sociedad bogotana:

“La situación en que quedo ahora es completamente independiente de la Orden; pero, como supone con fundamento, no he dejado mi hábito, y vivo como un Agustino. No hay palacio donde voy, porque nunca hubo Obispo, y no cuento con otro clero que con mis religiosos”.

Un triste adiós

Las siguientes palabras de fray Ezequiel, en carta dirigida al padre Santiago Matute, durante su expedición por los llanos del Casanare, recién llegado a Colombia, muestran el espíritu de fraternidad que le adornaba:

“Me despedí llorando de mis buenos hermanos, y ellos lloraban también. ¡Con qué gusto me hubiera quedado con ellos, si Dios Nuestro Señor no me quisiera tener ahora en otra parte! Me aparté de ellos, ocultando en lo posible lo conmovido que estaba, y por el camino me acordaba de ellos y seguía llorando, no por ir solo, sino porque los dejaba solos y deseaba, en gran manera, haber seguido trabajando en su compañía y servirles de algo”.

¿Agustino o Jesuita?

¡Quién hubiera pensado que un fraile agustino de los quilates de San Ezequiel, se considerara jesuita de corazón! Pues lo era, según las palabras escuchada por un novicio jesuita de labios del propio santo en una homilía:

“Amo a mi Orden Agustiniana con todo el ardor de mi corazón; soy Agustino, pero soy también amante sincerísimo de la Compañía de Jesús; soy jesuita de corazón: no quiero ser estimado de quien no estime a la Compañía, y quiero que los ultrajes que a ella se le infieren me hieran también a mí”.

Ante todo, agustino

En sus cartas de dirección espiritual refleja con frecuencia, no sólo un gran espíritu agustiniano, sino también un buen conocimiento de las enseñanzas de su padre Agustín. Veamos un fragmento de carta fechada en Pasto el 2 de agosto de 1901: “La obra de la salvación es exclusivamente de usted (supuesta la gracia de Dios, se entiende), y de tal manera que ni el mismo Dios quiere salvarla sin usted. Por eso dijo San Agustín: ‘El Dios que te hizo sin ti, no te salvará sin ti.’ Trabaje, pues, por ser santa, que Dios lo quiere, y sólo falta que usted quiera con la voluntad y con las obras”.

Espíritu fundador

Nos relata fray Toribio Minguela, hermano de hábito y hermano en el episcopado de fray Ezequiel, algunas de sus facetas como fundador:

“De esas catequistas formó el Prelado una modesta Congregación religiosa, a la que dio el nombre de Esclavas de Jesús. El Instituto, que había comenzado muy bien, tuvo la desgracia de que al poco tiempo muriera el fundador”.

“Entonces nuestro Santo Prelado Moreno, en asocio de unas pocas almas generosas, puras y fervientes como él, fundó la Liga Santa de Víctimas del Sagrado Corazón”.

Pildorilla teológica

Fray Ezequiel se expresa así desde Támara (Casanare), en carta de dirección espiritual a una religiosa que se sentía angustiada porque consideraba que ya era muy tarde para alcanzar la salvación de su alma:

“La gracia del Señor no necesita de años para santificarnos. Santificó en un momento al Buen Ladrón y santificó a la Magdalena y a todos nos santifica cuando entra en nuestras almas. No debemos desesperar ni creer que ya no podemos ser santos, porque Dios Nuestro Señor nos manda esperar; y nos lo manda de tal manera, que le ofendemos si no esperamos”.

Pildorilla bíblica

También en sus cartas de dirección espiritual acude con frecuencia a las Escrituras, para aliviar las almas agobiadas. Veamos lo que le dice a una dirigida suya:

“Dios nos llama a la perfección a todas horas y desde niños; hemos hecho mal en no responder pronto a ese llamamiento; pero siempre es hora de entrar a trabajar a la viña del Señor, como El mismo nos lo manifestó en parábola de los operarios, que unos entraron a trabajar más temprano y otros más tarde, y a todos, en su misericordia, les dio el jornal”.

Pildorilla filosófica

Muy al estilo agustiniano, fray Ezequiel aconseja en sus cartas acatar el juicio de la razón a la luz de la fe. En los siguientes términos se dirige a una religiosa agobiada por el sufrimiento:

“Dice que está algo cansada de sufrir porque el camino del sufrimiento es largo. Esta afirmación es contraria a la Sagrada Escritura, la razón y la experiencia. En efecto, San Pablo nos dice que es momentáneo y leve el momento de nuestra tribulación. Mucho le aprovechará, pues pasar algunos momentos meditando en esa gran verdad, o sea en que sus sufrimientos son nada más que de un momento, porque la vida en este mundo no es otra cosa que un momento, lo actual; lo pasado pasó y lo venidero no ha venido; no tenemos de vida más que el momento actual”.

Nos parece estar escuchando al propio San Agustín.